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sábado, 17 de diciembre de 2011

Homenaje a mi abuela materna, mi madre y mi padre

"Principe Baltasar Carlos a caballo" copia de Estrella Camacho, mi abuela materna. Esta obra la conservo yo. 
El original es de Diego Velázquez conservado en el Museo del Prado. 

"El cuadro de" San Antonio" lo pintó mi abuela en el Museo de Sevilla del original de Murillo. 

Fué alumna del prestigioso artista Gonzálo de Bilbao, y daba sus clases en el mismo Museo de Bellas Artes de Sevilla. Allí reunía al alumnado y los ponía a pintar copias de originales. 
No llegué a conocer a mi abuela, pero como si hubiera ocurrido, porque mi madre se sentía tan orgullosa de ella que siempre me hablaba de ella. Las dos fueron unas enamoradas del arte. 
Siempre he sentido que me dejaron entre las dos sus genes vocacionales qué, unidos a los genes de mi padre, otro artista de la pluma y la acuarela, estallo de pasión por el ARTE!! 
Cómo  pequeño homenaje, firmo mis obras con mi segundo apellido, el primero de mi madre (Infantes) 
El deseo de conocer impulsa a realizar actividades menos limitadas y más complejas.

Se a dicho que las "Bellas Artes", nacen y estaban destinadas a satisfacer unas necesidades de tipo espiritual.. que nacen del aburrimiento..que surgió de un sentido de la belleza..pero aunque nada de esto fuera cierto, se hubieran desarrollado también las Bellas Artes.

Seguramente se anticiparon a cualquier posible necesidad o uso de las mismas.

Una posible causa de su nacimiento, pudo ser la necesidad de tener ocupada la mente, intentando transmitir lo que se siente y se ve en el mundo interior y en el exterior.

Pero lo que ocupa la mente de una forma satisfactoria no es sólo la creación de una obra de arte, pues la contemplación y la apreciación brinda al espectador un servicio similar.

Una gran obra de arte, es grande precisamente, porque nos ofrece unas clases de estímulos, que no podemos hallar en ninguan otra parte.

Contiene bastantes datos de la suficiente complejidad, como para incitar al cerebro a esforzarse en algo distinto de las necesidades usuales, y a menos que se trate de una persona desesperada por la estupidez o la rutina, la contemplación será puramente placentera.

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